Iker Casillas se ha despedido hoy del Real Madrid. Lo ha hecho a través de una rueda de prensa, en la que ha leído un comunicado y no ha aceptado preguntas de ningún tipo. Se ha ido entre lágrimas, con la tristeza que supone abandonar la que ha sido su casa durante 25 años, una tristeza que no ha demostrado en sus últimos días como madridista.
Hoy se cierra una etapa de la historia de este grandioso club. Algunos
dirán (y no sin razón) que esta es una de las mejores etapas de la historia
reciente del Real Madrid, por lo que ha supuesto Iker Casillas para este
equipo, pero para mí es una etapa más que se hacía necesario cerrar cuanto
antes. Casillas ha sido el mejor portero que ha tenido el Madrid, pero al mismo
tiempo, por desgracia para nosotros los madridistas, ha llegado a ser uno de
los peores capitanes que ha tenido el equipo. Desde que cogió el brazalete en 2010,
tras la marcha de Raúl, se ha hecho evidente en muchas ocasiones su incomodidad
por ejercer tal responsabilidad y que la ejercía casi por obligación, por esa
regla no escrita en el vestuario de que debía ser capitán el jugador con más
años en la plantilla. De hecho, son contadas las ocasiones en las que ha
ejercido como capitán del equipo. No recuerdo ni una sola vez en la que haya
salido a defender a sus compañeros o al propio club de los ataques de los rivales.
En cambio, lo que hacía era esconderse y aguantar los golpes, retrocediendo
mientras el enemigo avanzaba y se hacía más fuerte, porque para él ha sido
siempre más importante el buen ambiente en la selección que la imagen pública
que se pudiera generar de sus compañeros.
Pero, centrándonos en el plano meramente deportivo, Casillas llevaba
ya dos años mostrando un nivel de forma que ni por asomo se parecía al que
había demostrado anteriormente, y ni tan siquiera al que debía demostrar un
portero del Real Madrid: pocos reflejos, retraso en las salidas y en las
estiradas, errores en el despeje...Es verdad eso que dicen de que los años no
pasan en balde, pero cuando el rendimiento ya no es el mismo de antes, se debe
trabajar para volver a recuperar el nivel habitual, y eso era precisamente lo
que no hacía Casillas, que se tomaba los entrenamientos como si estuviera de
pachanga con los colegas. Se ha tomado la decisión correcta dejándolo salir, porque de esa
manera se quita un gran problema de encima a Rafa Benítez. Lo normal es que
ahora llegue en su lugar un portero más joven, con muchas ganas de agradar y de
hacerlo bien, y sería antinatural mantener a Casillas en la portería cuando
realmente no tiene nivel para ello. Pero es que por otro lado, no era bueno
relegar a Casillas al banquillo, porque entonces estaríamos reavivando la
polémica sobre su titularidad.
Iker Casillas ha sido, como ya he dicho antes, el mejor portero que ha
tenido el Real Madrid y el mejor portero del mundo con diferencia, pero se va a
Portugal, al Oporto, muy lejos de ese primer puesto. También ha sido, en su época de
bonanza futbolística, un abanderado de la humildad y el compañerismo, pero en
las últimas temporadas, las que ha pasado en el infierno tras ser desahuciado
del cielo por culpa de sus propios actos (y no de terceros como nos quieren
vender), parecía dejarse esas cualidades en casa. Casillas ha dado mucho al
Madrid con sus paradas, pero el Madrid también se lo ha dado todo como jugador
y como persona, y en sus últimas horas como madridista no ha sabido estar a la
altura y corresponder al club, al cual no ha querido perdonar ni un euro,
mientras otros (a los cuales no voy a nombrar aunque bien podría hacerlo) se
fueron sin exigir nada de lo que se le debía y quedaron como auténticos
señores. Pero no pasa nada, porque el tiempo termina poniendo a cada uno en su
sitio.
Adiós Iker. Hasta nunca.