miércoles, 7 de enero de 2015

Radiografía de un equipo tocado y hundido


Normalmente, cuando el mar está tranquilo, cuando parece una balsa de aceite, puedes coger tu barco y navegar sin problemas porque no hay riesgo alguno, no hay nada que pueda perturbar tu travesía. El problema viene cuando el viento comienza a soplar y remueve el mar de tal forma que se inicia un gran oleaje, y si a ello le sumamos una tormenta con todos sus ingredientes (lluvia, truenos y relámpagos), el resultado puede ser un barco encallado y a la deriva. Este barco es el F.C. Barcelona, lo que ocurre en este caso es que han sido ellos mismos los detonantes de esa tormenta que les ha llevado a darse de bruces contra las rocas.
Sí amigos, las aguas no corren tranquilas en Can Barça. Desde que el anterior presidente, el señor Sandro Rosell, viajara a Brasil y volviera con los bolsillos llenos y con un fichaje, el de Neymar, lleno de incógnitas, bajo el brazo, el club va ahora mismo cuesta abajo y sin frenos. Lo último ha sido la sanción de la FIFA, que le impide hacer fichajes hasta el año 2016, y que ha provocado el despido fulminante del director deportivo Andoni Zubizarreta, el fichaje infiltrado de Florentino Pérez, tras sus palabras al ser cuestionado sobre el tema después del partido contra la Real Sociedad; un director deportivo que, por otro lado, ha demostrado ser un completo inepto durante su estancia en el club, con decisiones nada inteligentes que han perjudicado más que beneficiado a su equipo, ya que han dado como resultado un proyecto deportivo totalmente desastroso, sin guion, sin futuro, con jugadores innecesarios en unas posiciones y jugadores que no dan el nivel en posiciones que realmente se necesitan cubrir  (“Zubi, ¿quién es Douglas? ¿De qué juega? ¿Delantero, portero?”).
Y no hablemos ya de los entrenadores. Desde que Pep Guardiola vio que el barco empezaba a hundirse y decidió tirarse al agua para que fueran otros los que se comieran los marrones, hemos podido disfrutar del “Tata” Martino, que bastante hizo el pobre para ser la primera vez que salía de Argentina (no quería tocar nada de lo que había antes de su llegada por si acaso rompía algo), y ahora podemos deleitarnos con la presencia en el banquillo del Camp Nou del gran Luis Enrique, una copia barata de Guardiola que ya en su etapa en la Roma salió escaldado por querer hacerse el chulo y cargarse a una institución en ese club como es Francesco Totti, y que ha llegado al Barcelona para intentar sacar adelante un proyecto que baila al son del pequeño dictador culé, véase Leo Messi. Ahora le toca hacerse cargo de un vestuario en donde no se hace nada si no es con el consentimiento del argentino.
Porque no lo neguemos, Messi se ha convertido en el amo y señor del vestuario culé, llegando a mandar incluso más que el propio entrenador. El argentino ha sido desde siempre el niño mimado del Barcelona. Cuando cogía un berrinche, ahí estaba enseguida el club para darle la piruleta en forma de subida de sueldo para que dejase de llorar, o de venta de jugadores que ya no quería tener a su lado (Ibrahimovic, Villa, Bojan, Tello…), lo que le ha ido dando cada vez más poder dentro del equipo y entre sus propios compañeros.
Lo que he comentado en este artículo es sólo una pequeña parte de todo lo que está ocurriendo en el seno del club blaugrana. Actualmente podemos observar a un equipo que nunca ha sido grande, pero que ahora lo es menos aún por culpa de la corrupción y la nula idea deportiva de sus dirigentes. Y si a eso le unimos una plantilla apática, sin "ganas" de ganar, con un entrenador que no sabe imponerse entre sus jugadores, y unos jugadores (en este caso uno) que se creen dioses, obtenemos un equipo tocado y hundido. Y mientras el presidente Bartomeu se siga enrocando y se niegue a soltar la poltrona para dejar paso a una directiva más sana, los problemas del Barça continuarán, y el regocijo en el Bernabéu también.  
 

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